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Fue natural de Nicomedia e hija de Dióscoro,
noble y rico, pero idólatra. No tenía más hija que Bárbara, en
la que Dios había reunido admirables cualidades, entre ellas
la de hacerla cristiana. Fue encerrada por su padre en una
torre.
Ella tomó la decisión de mantenerse virgen y de consagrarse
enteramente a Dios. Dicen que, en un acto de valentía, arrojó
por la ventana todas las estatuas de los dioses falsos, y
escribió por las paredes la señal de la cruz.
Enfadados los paganos y sus jefes, vieron en ella una rebelde
y una sacrílega. Quisieron matarla en seguida.
La llevaron ante el tribunal del juez Marciano. Le dieron toda
clase de tormentos. Y el padre, enfadado con su hija, tuvo la
mala intención de rematarla con el golpe de gracia. Y mientras
la cabeza de su hija rodaba por el polvo, él murió fulminado
por un rayo. Su martirio acaeció en Egipto en el año 313. |
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ERMITA DE
SANTA BÁRBARA
DE
RUBIELOS DE
LA CERIDA

Santa Bárbara es la que
señorea el fuego y las explosiones, protectora del rayo,
patrona de artilleros y artificieros, el suyo es un imperio
ígneo y estruendoso, porque su despótico padre, después de
entregarla al verdugo por resistirse a renegar de la fe, fue
fulminado como castigo por un rayo del cielo, hasta quedar
reducido a cenizas.
Su historia parece nacer
tardíamente, varios siglos después del supuesto martirio,
quizá como una pía invención, pero lo cierto es que su culto
se extendió muchísimo tanto en Oriente como en Occidente,
siempre asociada al símbolo de la torre, donde su padre la
encerró para que renunciase al cristianismo.
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Santa Bárbara
virgen y mártir
Virgen y mártir. No hay
referencias a Santa Bárbara contenidas en las primeras autoridades
históricas de la antigua cristiandad, ni tampoco aparece su nombre en la
revisión del martirologio de San Jerónimo. La veneración a esta santa era
común, aun así, desde el siglo VII. Alrededor de esta fecha existieron las
legendarias Actas de su martirio, los cuales fueron incluidos en la
colección de Simeón Metafrastes, y fueron usados asimismo por los autores
(Ado, Usuardo, etc.) de los martirologios ampliados redactados durante el
siglo IX en la Europa occidental. De acuerdo a estas narrativas, las
cuales eran esencialmente las mismas, Bárbara era la hija de un rico
pagano llamado Dióscoro. Fue cuidadosamente protegida por su padre, quien
la mantuvo encerrada en una torre, a fin de protegerla del mundo exterior.
Una propuesta de matrimonio recibida a través de él fue rechazada por
ella. Antes de partir en un viaje, su padre ordenó que se erigiera un baño
para el uso de ella cerca de su casa, y durante su ausencia, Bárbara hizo
poner en él tres ventanas, como un símbolo de la Santísima Trinidad, en
vez de las dos planeadas originalmente. Cuando su padre regresó, ella se
dio a conocer como cristiana; a partir de esto él la maltrató y la
arrastró hasta el prefecto de la provincia, Martiniano, quien la hizo
torturar cruelmente, y finalmente la condenó a muerte por decapitación. Su
mismo padre ejecutó la sentencia, pero en castigo por esto, fue fulminado
por un rayo en el camino a su casa, y su cuerpo fue consumido. Otra
cristiana llamada Juliana sufrió la muerte de martirio junto con Bárbara.
Un hombre piadoso llamado Valentín enterró los cuerpos de las santas; en
esta tumba los enfermos eran sanados, y los peregrinos que iban a rezar
recibían auxilio y consolación. El emperador en cuyo reino se ubica el
martirio es a veces llamado Maximino y a veces Maximiano; debido al
carácter puramente legendario de los relatos del martirio, no hay una
buena base para las investigaciones hechas en una fecha anterior a fin de
confirmar si era Maximino I (235-238) o Maximino Daza (de las
persecuciones dioclecianas).
Las tradiciones varían en
cuanto al lugar del martirio, existiendo dos opiniones: Simeón Metafrastes
y la leyenda latina dada por Mombrito hacen de Heliópolis, en Egipto, el
sitio del martirio, mientras que otros relatos, a los cuales Baronio da
más peso, afirman que es Nicomedia. En la Martyrologium Romanum parvum
(alrededor de 700), el martirologio más antiguo de la Iglesia latina en el
cual su nombre aparece, dice: "In Tuscia Barbarae virginis et martyris",
una afirmación repetida por Ado y otros, mientras que en aumentos
posteriores de los martirologios de San Jerónimo y Bede, dice "Romae
Barbarae virginis" o "apud Antiochiam passio S. Barbarae virg".
Estas diversas afirmaciones, de cualquier manera, prueban sólo las
adaptaciones locales de la veneración de la mártir santa, de quien no hay
una tradición histórica genuina. Es seguro que antes del siglo IX ella era
públicamente venerada tanto en oriente como en occidente, y que era muy
popular en el pueblo cristiano. La leyenda de que su padre fue fulminado
por un rayo causó, probablemente, que fuera considerada por la gente común
como la santa patrona en tiempos de peligro por las tormentas eléctricas y
el fuego, y luego, por analogía, como la protectora de los artilleros y
los mineros. También se le invoca como intercesora para asegurar el
recibimiento de la Penitencia y la Sagrada Comunión en la hora de la
muerte. Un suceso del año 1448 dio pie a la difusión de la veneración a
esta santa. Un hombre llamado Enrique Kock estaba a punto de ser quemado
en la hoguera en Gorkum; invocó a Santa Bárbara, a quien siempre le había
tenido gran devoción. Ella le ayudó a escapar de la hoguera y lo mantuvo
vivo hasta que pudo recibir los últimos sacramentos. Una circunstancia
similar es relatada en una adición a la Legenda aurea. En
los calendarios griegos y en los romanos de hoy en día, la fiesta de Santa
Bárbara cae el 4 de diciembre, mientras que en los martirologios del siglo
IX, a excepción de Rabano Mauro, la ubican el 16 de diciembre. Santa
Bárbara ha sido frecuentemente representada en el arte, parada en una
torre con tres ventanas, sosteniendo la palma de un mártir en su mano; a
menudo también sostiene un cáliz y la hostia sacramental; a veces aparecen
cañones cerca de ella.
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